domingo, 6 de marzo de 2016

MONÓLOGO DE ISABEL



(Sale ISABEL, como llorando.)
ISABEL. 
¡Nunca amanezca a mis ojos
la luz hermosa del día,
                 porque a su sombra no tenga        1790
vergüenza yo de mí misma.
¡Oh, tú, de tantas estrellas
primavera fugitiva,
no des lugar a la aurora,
                    que tu azul campaña pisa,             1795
para que con risa y llanto
borre tu apacible vista,
o ya que ha de ser, que sea
con llanto, mas no con risa!
¡Detente, oh mayor planeta, 1800
más tiempo en la espuma fría
del mar! Deja que una vez
dilate la noche fría
su trémulo imperio; deja
                     que de tu deidad se diga,                1805
atenta a mis ruegos, que es
voluntaria y no precisa.
¿Para qué quieres salir
a ver en la historia mía
la más enorme maldad, 1810
la más fiera tiranía,
que en vergüenza de los hombres
quiere el cielo que se escriba?
Mas, ay de mí!, que parece
que es fiera tu tiranía; 1815
pues desde que te rogué
que te detuvieses, miran
mis ojos tu faz hermosa
descollarse por encima
de los montes. Ay de mí, 1820
que acosada y perseguida
de tantas penas, de tantas
ansias, de tantas impías
fortunas, contra mi honor
se han conjurado tus iras. 1825
¿Qué he de hacer? ¿Dónde he de ir?
Si a mi casa determinan
volver mis erradas plantas,
será dar nueva mancilla
a un anciano padre mío, 1830
que otro bien, otra alegría
no tuvo, sino mirarse
en la clara luna limpia
de mi honor, que hoy, ¡desdichado!,
tan torpe mancha le eclipsa. 1835
Si dejo, por su respeto
y mi temor afligida,
de volver a casa, dejo
abierto el paso a que digan
que fui cómplice en mi infamia; 1840
y ciega e inadvertida
vengo a hacer de la inocencia
acreedora a la malicia.
¡Qué mal hice, qué mal hice
de escaparme fugitiva 1845
de mi hermano! ¿No valiera
más que su cólera altiva
me diera la muerte, cuando
llegó a ver la suerte mía?
Llamarle quiero, que vuelva 1850
con saña más vengativa
y me dé muerte; confusas
voces el eco repita,
diciendo.






El tema de este monólogo es el dolor y humillación, extremadamente triste, que siente Isabel después de su deshonra.
Este monólogo predice el final de la obra, cuando Isabel irá al convento para intentar alejarse de los hombres y limpiar su deshonra.
A raíz de este acontecimiento trágico para la familia, Pedro Crespo, su padre, intenta remediar la situación, ofrece bienes a Don Álvaro para que se case con Isabel, a la que rechaza por ser villana, es decir de clase inferior. Este desprecio enfrenta el honor de toda la familia de Pedro Crespo. En pleno drama familiar, es elegido alcalde de Zalamea y realiza una denuncia a la justicia por la ultrajada Isabel, aún sin poseer poder sobre el militar, Pedro Crespo prende, juzga y hace ajusticiar a Don Álvaro a garrotazos. La trama se resuelve cuando el rey juzga la decisión del alcalde y premia su decisión nombrando a Pedro Crespo alcalde para siempre de Zalamea.

El Alcalde de Zalamea está dividido en 3 jornadas que coinciden con el planteamiento, nudo y desenlace de la trama. La primera y tercera jornada se ajustan al tiempo de acción y duran un día. En cambio, la segunda jornada relata el transcurso de dos días.  
Este monólogo pertenece al principio de la ultima jornada. Tras el cual Isabel encuentra a su padre atado, lo libera y le cuenta lo sucedido.
Es en definitiva, el suceso sobre el que gira toda la trama de la obra: la búsqueda de justicia y honra.  


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